Huascar Azurduy
El Jichi vive en el fondo de lagunas y curichis, muy rara vez se deja ver, y eso muy rápidamente. No hay que hacer mal uso de las aguas, ni gastarlas demasiado, porque el Jichi se resiente y puede desaparecer. También, no se debe sacar los taropes que crecen en su morada, ni apartar el pochi que cubre su superficie. Cuando esto se ha hecho, el agua empieza a mermar, y no para hasta agotarse, ello significa que el Jichi se ha ido… (Mito Monkox).
En la mitología Monkox o Chiquitana, el Jichi es una serpiente de agua que destapa el ojo del agua y abre las vertientes bajo tierra para que el agua fluya, de ahí que su muerte causa la sequía del río, la vertiente, el chorro o el púquio. En este sentido nos encontramos frente a una deidad que tiene el poder o la llave para acceder al agua que no se ve, que esta oculta bajo el suelo, es decir las aguas subterráneas…
Como generalmente ocurre, nuestro nivel de conciencia por lo que no vemos a simple vista limita en mucho nuestra capacidad de apreciación y valoración, de modo que nuestra ignorancia se magnifica aun más. En la mente de un Monkox, el Jichi es una figura imponente, colosal… que por un lado genera conciencia de la importancia de un recurso y por otro lado explica un mecanismo que, aunque sin base científica da sentido a un proceso natural, que en pueblos que habitan regiones con periodos prolongados de sequía es clave y donde las aguas subterráneas son más estratégicas que las superficiales.
La escasez de agua se ha convertido en un problema cada vez mayor en la región chiquitana debido al aumento de la demanda de agua para las necesidades humanas básicas, la agricultura o la actividad ganadera. En tal sentido los recursos hídricos superficiales son insuficientes para abastecer a los habitantes durante todo el año. La situación se agudiza por el crecimiento demográfico no planificado, el cambio climático, la deforestación, los incendios forestales, políticas perversas, etc. En consecuencia, las aguas subterráneas se vuelven esenciales para abastecer las necesidades de agua, existiendo hoy ciudades intermedias como San José cuya dependencia de aguas subterráneas llegan a más del 70 %. En este escenario, los procesos de gestión, políticas, investigación, etc. generalmente se avocan a las aguas superficiales y cuencas asociadas dado que las aguas subterráneas no son fáciles de medir, por ende, no son suficientemente conocidas y entendidas por lo complejo que es su estudio y monitoreo.
Sin embargo, procesos de investigación científica y monitoreo de aguas subterráneas se vienen desarrollando con mucho esfuerzo en cuencas como el Sutó en San Jose de Chiquitos. En este sitio instrumentado con distintos sensores hidrogeológicos, la Dra. Mónica Guzmán de la Universidad Católica y su grupo de Investigaciones Hidrogeológicas para el Desarrollo (IHDRA), vienen escudriñando hace años el comportamiento de las aguas subterráneas en sus distintas facetas. Por ejemplo, han determinado que luego de un incendio forestal la recarga disminuye en cerca de un 40 %, evidenciándose también una importante relación entre la capacidad de recarga del acuífero y la conservación de la cobertura boscosa y biodiversidad asociadas, de ahí que complementariamente vienen instrumentando sensores que están instalando en árboles y que monitorearán señales fisiológicas que serán contrastadas con las señales hidrogeológicas para entender la interacción entre ambos factores.
La Dra. Guzmán y su equipo de jóvenes hidrólogos, han encontrado también que los incendios del 2019 incidieron en el comportamiento decreciente de la precipitación, la evapotranspiración y la capacidad de recarga en los sitios de estudio. Los resultados subrayan que la deforestación en el bosque chiquitano no sólo conduce a alteraciones en la circulación atmosférica local, sino que también podría tener impactos en las regiones occidentales de Bolivia debido a la circulación atmosférica general.
Paralelamente este grupo de ciencias está con la tarea nada sencilla que en palabras de la Dra. Guzmán se resumen en “hacer visible lo invisible”… con tal fin, desarrollan desde acciones divulgativas hasta espacios en los que interactúan con instancias sociales y políticas locales.
En la pintura grande, la parte científica de esta labor da continuidad y refuerzan trabajos como los de Tom Cochrane que hace cerca de 20 años concluía que, si bien el riego con aguas subterráneas puede efectivamente mejorar la producción agrícola, a la vez alertaba que la sustentabilidad del recurso para riego depende de la protección de espacios ecológicos y naturales en la Chiquitania, que son las que precisamente recargan los acuíferos. Enfatizándose que, si dichos espacios o áreas protegidas se ven afectados, toda propuesta de riego o uso de aguas subterráneas no sería sostenible o viable a mediano y largo plazo.
¿Que nos dice todo esto?
En primera instancia nos dice que debemos poner más atención y enfoque a las aguas subterráneas como recurso altamente estratégico para regiones como la Chiquitania. Segundo, que el bosque juega un rol análogo al Jichi mitológico de los Monkox dado que es una especie de “guardián” y que cuando se lo “extermina” la vertiente o fuente de agua se puede secar.
Finalmente, el entendimiento de las aguas subterráneas nos muestra que:El concepto de Tux (=agua en lengua Bésiro o Chiquitano) abraza e integra ambos mundos: el invisible (subterráneo) y visible (bosque/biodiversidad) dado que se encuentran interconectados y son interdependientes en su funcionamiento y futuro…