Más calor, más sequía, más lluvias y huracanes… Así será la vida cotidiana si no se hace nada ante el cambio climático, alertan los expertos. ¿Qué podría hacer México?
México ha sufrido en los últimos meses fenómenos climáticos extremos: frío gélido en el último invierno y olas de calor con temperaturas récord en semanas recientes. Los expertos dicen que aún es posible revertir esta situación, siempre que el Gobierno que asumirá el 1 de octubre retome los proyectos de energía renovable que quedaron postergados hace seis años.
A mediados de mayo pasado, el Gobierno decretó una “alerta energética” y hubo apagones en distintas zonas del país, porque la demanda de electricidad aumentó e hizo colapsar la red de distribución. Miles de mexicanos salieron a la calle cubiertos por sombrillas. Los ventiladores y aires acondicionados “volaron” de las tiendas y supermercados, en escenas jamás vistas en la capital mexicana.
“No se puede hablar del impacto que tendrá el cambio climático, porque los impactos ya están aquí”, dice el biólogo Adrián Fernández, doctor en Ciencias Ambientales y directivo de la ONG Iniciativa Climática de México, en entrevista con DW. “Justamente, el último reporte del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático) confirma que hay evidencias contundentes del cambio climático en cada rincón del planeta”, señala.
Fernández sostiene que el cambio climático no es solamente “un problema ambiental”, pues atenta contra las posibilidades de desarrollo económico y social integral, aunque –aclara– “esto en México no se ha entendido”.
“Cada año, se rompen récords de temperaturas en todas partes del mundo, con golpes de calor y frío extremo, y sucede que las viviendas no están adaptadas para enfrentar esos fenómenos”, ilustra el especialista, exfuncionario de la Secretaría del Medio Ambiente y expresidente del Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
El impacto en la salud se observa en la calidad del aire. “A mayor temperatura, mayor contaminación, ya que al registrarse una alta estabilidad atmosférica, el aire queda estancado y aumentan los contaminantes secundarios (los que se forman en la atmósfera) como el ozono”, explica.
También cambian los microrganismos. “Por ejemplo, en el sureste mexicano han crecido las zonas pantanosas, apareciendo nuevas variedades de insectos transmisores de enfermedades ya graves, como dengue y chikunguña”.
Otro sector muy afectado es la generación eléctrica, pues México sufre “una sequía crónica” desde hace casi una década. “Las presas generaban energía, pero en 10 años esa contribución se redujo a la mitad y cayó a los niveles históricos más bajos”, precisa Fernández.
La emergencia energética: “Esto fue algo excepcional”
El Gobierno mexicano no oculta su alarma y, a inicios de mayo, el Centro Nacional de Energía Eléctrica declaró al sistema eléctrico en “estado de emergencia” frente al extremo calor.
“Tuvimos una temperatura 1,14 grados centígrados superior a lo registrado en años previos, lo que provocó que la demanda de energía se adelantara seis semanas y tuviéramos que atenderla de manera imprevista”, dijo el director de Planeación de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), Juan Antonio Fernández.
Por esos días, México registraba las temperaturas más altas desde los años 90, con una nueva marca para la capital: 34,7 grados Celsius. En otros 17 estados, como Sonora y Veracruz, se reportaron sensaciones térmicas insólitas de hasta 50 grados y la muerte de ganado por hambre.
Según la CFE, la demanda de electricidad se elevó un 13 por ciento en todo el país. Sin embargo, el presidente Andrés Manuel López Obrador negó que el sistema eléctrico estuviera en riesgo. “México tiene capacidad de generación de energía, esto fue algo excepcional”, alegó.
Los desafíos
Para la bióloga Julia Carabias, investigadora del Colegio Nacional de México, el país tiene un desafío real y urgente: cambiar su matriz energética.
“El gran problema es que se nos están cerrando los tiempos, y aunque tenemos una ventana de oportunidad, hay que correr vertiginosamente”, explica la experta, quien fue presidenta del Instituto Nacional de Ecología y secretaria (ministra) de Recursos Naturales y Pesca del Gobierno de Ernesto Zedillo (1994-2000).
Según Carabias, el cambio climático impone dos retos, y el primero es la mitigación: disminuir todos los gases que el país produce y que se acumulan en la atmósfera, convirtiéndose en la principal fuente de contaminación.
El segundo reto –expone– es la adaptación, que pasa por proteger los ecosistemas, recuperar los ríos, y cambiar la política energética y la alimentaria, promoviendo una alimentación sana y sustentable. “Ningún país del mundo lo está aplicando, aunque sí se aplica en comunidades de Oaxaca y Chiapas (estados del sureste mexicano), en la Amazonía y en comunidades de Perú y Bolivia. Son ejemplos que sí funcionan, pero no se están incorporando a las políticas públicas y al mercado”, enfatiza.
Apuestas por la energía renovable: “Hemos ido para atrás”
Adrián Fernández coincide con su colega Carabias en que México debe “iniciar con urgencia” su adaptación al cambio climático, mediante acciones coordinadas por el Estado, y retomar los proyectos de energía renovable aprobados en el sexenio de Enrique Peña Nieto (2012-2018) y que quedaron en suspenso.
“Este país debe alejarse de la generación eléctrica por combustibles fósiles (petróleo) y apostar con rapidez por las energías renovables”, afirma.
“Tenemos un enorme potencial de energía solar, eólica y algo de geotérmica. Una hectárea del desierto de Sonora tiene cuatro veces más radiación solar que una hectárea en Alemania, y esa misma proporción se repite en todo el territorio mexicano”, agrega.
En 2023, México y el mundo vivieron catástrofes inéditas, como inundaciones, tornados y ciclones. Para Julia Carabias, hay una tendencia clara: “Más calor, más sequía, más lluvias y huracanes… esto será nuestra vida cotidiana si no hacemos nada”, advierte. No obstante –asegura– la situación no es irreversible aún, y todo es “cuestión de voluntad”. (Tomado de DW)