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Santa Cruz de la Sierra

El destino escrito en los genes

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Por Huascar Azurduy

columnista

La dictadura y doctrina genética no tiene espacios para la negociación y solo las mutaciones pueden transgredir algo del canon, y generar caos unas veces beneficioso y generalmente, no tanto… Los genes, son los emperadores o el poder oculto en la sombra de lo imperceptible, dictaminando a lo largo de millones de años todo lo que los individuos son (hasta la capacidad de escribir estas simples líneas…). Esta perspectiva, ha llevado a desarrollar ideas transgresoras (como las de Richard Dawkins y su “Gen egoísta”) en las que seríamos, junto con el resto de las especies, simples vehículos y reproductores de genes que son los que al final tendrían los hilos y control hasta del comportamiento. Eso, puede sonar excesivo para unos y estúpido para otros… el caso es que debe ser tomado como una metáfora que simplemente grafica el poder de los genes y su influencia sobre la naturaleza, evolución y futuro de las especies.

La variedad de genes en una especie es análoga a una cuenta bancaria o la capacidad productiva de una empresa. Si la cuenta está con escasos fondos no vamos a poder hacer mucho, o, si la capacidad productiva de una empresa está muy limitada por algún recurso, ésta, ingresa a un estado de “cuello de botella” del que, si no se recupera ante una crisis, deberá cerrar, o, dicho de otro modo, deberá extinguirse…

En analogía, desde el hombre, hasta los elefantes marinos, los osos panda o las vicuñas, producto de una drástica reducción de sus poblaciones, han estado expuestos a cuellos de botella, que les ha generado reducción en su variabilidad genética o dicho coloquialmente, “pobreza genética”. En el caso de los humanos no era claro de dónde venía dicha “pobreza”, hasta que el 2023 en Sciense, se publica un artículo que indica que Homo sapiens, o sea, la humanidad… estuvo a punto de extinguirse hace unos 900.000 años, en ese punto, se estima que la población se redujo en más del 98%, es decir, a unos 1.200 individuos de Homo sapiens que deambularon en el planeta. Ese momento crítico para le subsistencia del hombre como especie duró unos 117.000 años, periodo en el cual se estima que hubo un notable desarrollo cerebral, pero a la vez una erosión genética que explica por qué hoy, somos pobres genéticamente; incluso en comparación con nuestros afines chimpancés y gorilas, con quienes somos parte de la familia Hominidae.

¿Qué podemos aprender de todo esto? Que somos una especie con suerte, y que se salvó gracias al incremento gradual de la temperatura hace 800.000 años, es decir que el cambio climático nos llevó al borde del abismo, pero también nos tiró un salvavidas en un “momento” en el que estuvimos a punto de extinguirnos; sin ese golpe de suerte, lo más probable es que los castillos templarios no se hubieran construido, la “Tentación de San Antonio” no se hubiera pintado, o “El leopardo de las nieves” no se hubiera escrito.

Para los conservacionistas, implica que los números poblacionales de especies en peligro, no garantizan su supervivencia en el tiempo, ello implica que podemos estar conservando lo que llamo “especies de cristal”, es decir, especies que luego de uno o varios cuellos de botella son pobres genéticamente, por ende, con poca posibilidad de adaptarse y sobrevivir sin asistencia (los osos panda son un ejemplo), lo que nos hace preguntar sobre los horizontes de tiempo en conservación, o la necesidad de enfocar esfuerzos a especies con más chance de adaptación y que están en proceso de erosión genética. ¿Debemos esperar a que las especies estén pobres genéticamente para tratar de hacer algo? o, ¿enfocar mayores esfuerzos y recursos también, a esas especies que están por ingresar a “zona de riesgo”?

De los 1.200 individuos de hace 900.000 años, el 2022, Homo sapiens alcanzó los 8.000 millones en población, y según la ONU llegará a los 9.700 millones el 2050. Hasta el momento el hombre ha podido esquivar a la selección natural por su capacidad de crear ambientes artificiales y alcanzar ese nivel de crecimiento demográfico, y hasta tiene en mente “escapar” del planeta y “refugiarse” en Marte (un objetivo fascinante, por cierto). Aunque algo de lo que difícilmente va a escapar, es de su pobreza genética, que le proyecta un destino incierto, que acecha y espera…

Hasta ahora como especie, nos hemos mantenido con sofisticados artificios tecnológicos (paradójicamente con efecto boomerang), que demográficamente, nos hace ver como una especie vestida con Brioni o Gucci, aunque genéticamente estemos harapientos, en bancarrota o, siendo sarcásticos, con genes “preocupados” por un inexorable destino…

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