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Santa Cruz de la Sierra

Descubren en Bolivia una nueva especie de rivúlido

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Es una especie que está en peligro de extinción. La comunidad científica internacional reconoce y aplaude este descubrimiento. Dos científicos bolivianos la descubrieron después de una larga investigación en el área de Abayoy, al sureste boliviano. Es el rivúlido número 31 de Bolivia.

Muchas especies se pueden estar extinguiendo sin que las conozcamos, pero la ciencia sigue dando frutos en Bolivia. Una nueva especie ha sido descubierta por dos jóvenes exponentes del ámbito científico cruceño. Se trata de dos tipos de peces: el Austrolebias ayoreode y una redescripción de Austrolebias accorsii. Esta última es endémica del oeste del departamento de Santa Cruz. La revisión de A. accorsii ha demostrado que esta especie no se encuentra en la cuenca del Río Grande como se decía, sino solamente en la cuenca del Parapetí (afluente del Iténez/Guaporé y luego Madeira y Amazonas)

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“Es un trabajo científicamente pesado”, dice Heinz Arno Drawert sin ocultar su alegría. Sostiene que el género Astrolebias es bastante complejo porque hasta hace un año tenía 40 especies, sin embargo, gracias al trabajo de colegas sudamericanos de la Fundación Killifish se dieron cuenta que eran más de 10 géneros que estaban mezclados.

“Son dos trabajos que se publican en uno solo porque estos dos peces comparten muchas cosas. Una redescripción de una especie y un descubrimiento de otra”, dice el zoólogo.

Fueron encontradas en Abayoy uno de los ecosistemas menos conocido y casi endémico de Bolivia.

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Especificamente el Austrolebias ayoreode fue hallado en dos cuerpos de agua en Abayoy, entre el Chaco Seco, el Bosque Seco Chiquitano y el Pantanal, sureste de Bolivia en la frontera con Paraguay. “Hemos revisado más de 50 especímenes, colectamos varias veces, otras varias fuimos y no pudimos. La investigación comenzó en 2019. Luego de poner orden de la especie conocida, nos dedicamos a la nueva, que es la Austrolebia ayoreode”, confiesa el joven científico de origen alemán.

“Fue dificil conseguir los permisos de la Dirección General de Biodiversidad y Áreas Protegidas del (DGBAP), institución que habilita los permisos de colecta de especímenes para la investigación”, dice el biólogo Carlos Ergueta, coautor del hallazgo. Sin embargo, la burocracia no impidió que este equipo que investiga el tema desde hace 4 años, persista hasta lograr su cometido.

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“Con Carlos hicimos un estudio de biodiversidad en 2019, antes de los incendios, pero esa vez no teníamos permiso de colecta, solo hicimos fotografías de los pececitos. Después de los incendios volvimos y no había más nada. Regresamos al año siguiente en dos oportunidades y tampoco encontramos nada. En 2021 volvimos por otro tema de investigación y encontramos en los mismos lugares y pudimos colectar muestras, las trajimos al Museo Noel Kempff Mercado y nos dimos cuenta que era una especie nueva para la ciencia mundial”, dice Drawert entusiasmado.

Se conoce que el Austrolebias ayoreode habita en dos charcos pequeños, en el monte. No fue fácil porque en otros 50 charcos no había esta especie. Algo así como encontrar una aguja en un pajar.

La comparación que tuvimos que hacer con otras especies fue un trabajo colectivo con colegas de otros países. Para Ergueta la importancia de este descubrimiento, además de hallar una nueva especie es “dar a conocer la diversidad que tienen estos lugares donde se sabe muy poco y son de difícil acceso. Al ser peces estacionales, viven en lugares que se secan y uno no puede saber qué puede haber, charcos que a veces nadie les da importancia. No se tienen datos de esos curichis estacionales. Creo que hemos aportado a esos sistemas acuáticos también. Es importante hacer más estudios de estas especies y tratar de conservarlas en sus hábitats sensibles”, dice.

El nombre asignado – Austrolebias ayoreode- proviene de los últimos grupos de indígenas ayoreos que se mantienen en aislamiento (últimos 3 grupos), se hizo en memoria de los últimos ayoreos. “Encajaba bien ponerle ese nombre porque hay otras especies que llevan el nombre de Austrolebia guaraní, Austrolebia wichi, Austrolebia toba. Decidimos llamarla Austrolebias ayoreode para recordarle al mundo de la existencia de este pueblo indígena”, comenta Drawert.

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El riesgo que esta especie desaparezca es alto. “En la evaluación que se realiza sobre la conservación de la nueva especie se revela que es una especie que se encuentra en peligro de extinción, en la segunda categoría más alta debido a que se encuentra en un ecosistema muy frágil y especial. Su área de distribución es muy pequeña. No está exenta que se vuelvan a producir incendios nuevamente”, coinciden ambos científicos.

El cambio climático también pone a prueba esta especie debido a que dos o tres años de sequía podrían ser devastadores para su supervivencia. Explica Drawert que al ser peces estacionales dependen de las condiciones climáticas, de su habitad, y un cambio en el régimen de precipitaciones, por ejemplo, en caso de que no llueva o que llueva poco, los adultos se mueren y cada año se extingue la especie. Los huevos tienen una resistencia de 2 a 3 años, pero si se produce un periodo seco, durante 4 años, se mueren para siempre. Otro tema a considerar, dicen los científicos, es que las poblaciones conocidas están dentro del Ñembi Guasu, un área protegida, pero no de categoría nacional, entonces la seguridad jurídica de la unidad de conservación es bien frágil. “No hay garantías que no desaparezcan las áreas protegidas subnacionales. Cualquier decisión del Tribunal Constitucional, por ejemplo, podrían quedar más vulnerables. Otro de los problemas es la construcción de esta carretera que quieren unir entre Roboré y Paraguay donde atravesaría justamente esta zona. Si la construcción pasa cerca de esos charcos, donde habitan, creo que desaparecen”, dice Drawert.

Este rivúlido estacional no sobrepasa los 4,5 centímetros, la mayoría tiene 3 centímetros de longitud. Sus huevos resisten en época de sequía. Al nacer los alevines crecen muy rápido, en 4 semanas empiezan a reproducirse, entierran en el sustrato (barro) sus huevos y a pesar de que el charco se seca, con las primeras lluvias nacen y el ciclo comienza de nuevo. Se trata de un ecosistema casi seco, los charcos permanecen algunas semanas o pocos meses.

Sobre la relevancia del hallazgo, el científico germano boliviano dice que es importante porque demuestra la importancia del Abayoy, un ecosistema único y diferente al Chaco, al Bosque seco Chiquitano (ellos tiene representación dentro de áreas protegidas). Este ecosistema no tiene una protección de categoría nacional y la presencia de una especie endémica lo coloca en relevante posición. Ya se ha demostrado que además hay otras especies únicas como un cierto tipo de escarabajo y una especie de tajibo, exclusivas de allí. Esto, a decir de los científicos le da altísimo valor de conservación.

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La revista Neotropical Ichthyology acaba de publicar la redescripción de Austrolebias accorsii (endémica de Santa Cruz, Bolivia) y descripción de Austrolebias ayoreode, la especie número 31 de rivúlidos de Bolivia.

Drawert (uno de los descubridores de la Ceiba Camba) también agradeció a través de sus redes sociales a Charles Ergueta Gutierrez “por aguantar el proceso de este trabajo, es un honor tenerte de coautor. Gracias también a Juan Marcos Miranda por su impecable trabajo como editor asignado”.

Este es otro aporte más de la Killifish Foundation y el Museo de Historia Natural Noel Kempff Mercado al conocimiento de estos peces. Lamentablemente esta especie “nace” con un futuro incierto ya que la evaluación de su estado de conservación indica que se encuentra en peligro de extinción (categoría EN) según los criterios de la IUCN.

“En marzo el manuscrito estaba listo para publicarse, en la diagramación se tomaron como 3 meses. Este articulo ha sido publicado Neotropical Ichthyology, una de las más prestigiosas y reconocidas del mundo. El trabajo será traducido a otros idiomas con el objetivo de divulgación en la región originaria. El descubrimiento científico cautivó fuera del país. La publicación salió el lunes y ese mismo día las revistas especializadas centraron su atención en el hallazgo. En Bolivia tardará unos días.

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