Por Cecilia Martínez Gutiérrez
En las conclusiones del XI Foro Social Panamazónico se llama a la defensa de la Madre Tierra hasta la resistencia de las mujeres, se acuerda además promover el autogobierno indígena, regenerar la Amazonia y adoptar un paradigma de buen vivir. Entre otras conclusiones remarcaron que la Amazonía ha llegado al punto de no retorno y se encuentra en emergencia climática, producto de la deforestación y el extractivismo que amenaza su supervivencia, la de las comunidades que la habitan y ponen en riesgo la vida del planeta.
Así finalizó la undécima edición del Foro Social Panamazónico tras cuatro días de debates y análisis sobre la situación actual de la Amazonia. Concluyó con la participación de delegaciones y organizaciones de 8 países, además de representantes de los pueblos amazónicos.
Un despertar diferente se vivió en Rurrenabaque y San Buenaventura el miércoles 11 de junio. Más de 1.000 participantes de Bolivia, Brasil, Colombia, ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela pertenecientes a la región Panamazónica se congregaron en estas tierras, unidos por un objetivo común: defender la Amazonia y sus guardianes.
La jornada había comenzado con un emotivo homenaje a los ocho indígenas tsimanes que perdieron la vida en el trágico colapso del puente Rapulo en el municipio de Santa Ana del Yacuma el pasado seis de junio. Esta familia, víctima de violencia y máxima discriminación, fue sepultada envuelta en hule y sin ataúd, sellando así las autoridades este incidente al depositarlos en una fosa común. Sin embargo, sus nombres resonaron en el aire y sus espíritus se elevaron entre rituales ancestrales, unidos en la lucha por la defensa de su territorio y su cultura.
Los cuatro ejes temáticos del Foro de Pueblos Indígenas y Poblaciones Amazónicas, Madre Tierra, Extractivismos y Alternativas, Resistencias de las mujeres se activaron simultáneamente y en las diferentes plenarias del XI FOSPA frases cargadas de lucha y resistencia se tejieron en el aire, como un himno a la tierra y sus guardianes.
“Para nosotros la madre tierra es nuestro todo”, afirmó Elvira Garcés, representante de la ONIC de Colombia. “Si no tenemos la soberanía de los territorios, no tenemos nada. Un indio sin tierra es un indio sin vida“, recalcó, encendiendo la llama de la lucha por la autonomía indígena.
José Ángel Quinteros, representante de Guyana, invitó a la reflexión: “Producimos conocimientos para crear una forma de vida. Cada uno genera saberes según su necesidad, y esto es una forma de autonomía“, aseguró. Sus palabras resonaron como un llamado a la autodeterminación y la construcción de alternativas sostenibles.
“Nosotras las mujeres tenemos que luchar”, declaró Dorca Narupa, representante de la nación amazónica Tacana, nación ancestral que no solo vivió décadas de esclavitud en el auge de la goma y el caucho, sino también el despojo de su territorio. “No vamos a bajar la cabeza. Tenemos que defender nuestra casa grande, incluso a costa de nuestras vidas”, sentenció. Su voz se alzó como un faro de esperanza, recordando el papel fundamental de las mujeres en la defensa de la Amazonia.
Por la tarde, bajo un cielo que se teñía de sombras una marea humana cubrió los 374 metros del puente que une San Buenaventura y Rurrenabaque sobre el río Beni. La razón: una multitudinaria marcha en defensa de la Amazonía. Bajo consignas como “Agua sí, oro no” y “ni oro, ni coca, la selva no se toca”, participantes de varios países se unieron en el XI Foro Social Panamazónico. Guardaparques, pobladores locales y el alcalde Elías Moreno se sumaron, extendiendo la bienvenida desde el puente. Balsas en el río Beni ondeaban banderas y lanzaban petardos en apoyo.
En un emotivo encuentro, Walter Limache, representante del FOSPA Bolivia, extendió la bienvenida a todas las delegaciones. La marcha culminó en la plaza de Rurrenabaque, donde líderes internacionales tomaron la tarima. Gonzalo Oliver de la Central de Pueblos Indígenas de La Paz (CEPILAB) advirtió sobre la irremplazabilidad de la Amazonía. Wilma Mendoza del Consejo Nacional de Mujeres Indígenas de Bolivia (CNAMIB) clamó por acciones concretas: “Basta de palabras, está en nuestras manos accionar ya, pero ya”.
Desde las primeras luces del jueves, los participantes del FOSPA se adentraron en el corazón de la Amazonia. Divididos en grupos, ingresaron a varias comunidades a conocer y reconocer la realidad de la región. Mientras las delegaciones avanzaban el frondoso paisaje les compartía los sonidos de las aves mezcladas con el cálido viento eclipsando el zumbido del motor.
El trayecto de hora y media llegó a su fin. Aunque las puertas del ingenio azucarero de San Buenaventura estaban cerradas y su imponente estructura desentonaba con el paisaje, la emoción del grupo por llegar a destino volvió a dibujar sonrisas en sus rostros.
En el remoto enclave de Tres Hermanos, fueron recibidos con una conmovedora danza tradicional, ejecutada por los niños de la pequeña escuela local. Este gesto de bienvenida mostró el arraigo de la cultura tacana, que se completó con la invitación de jarritos de chicha y el cálido afecto que caracteriza a esta comunidad.
Miguel Ángel Chipunavi, secretario de Recursos Naturales, Medio Ambiente y Turismo, compartió con los visitantes las preocupaciones más acuciantes de la región: los devastadores incendios forestales, la creciente escasez de agua y la percepción de abandono por parte de las autoridades gubernamentales. “El fuego arrasó con todo, incluso con los esfuerzos de nuestras mujeres emprendedoras”, lamentó David Chipunavi, el corregidor local, mientras guiaba a los visitantes por las áreas aún marcadas por el incendio del 16 de noviembre de 2023. “¿Quién inició el fuego? Es una pregunta difícil, pero el corazón sabe la respuesta”.
De regreso a la comunidad, se estableció una mesa de trabajo donde se expusieron las problemáticas locales y se propusieron soluciones viables. Los visitantes internacionales compartieron la angustia de la comunidad, conscientes de que estas inquietudes se replican en todas las poblaciones indígenas de la región. La explotación minera y la exploración petrolera, como pilares del modelo extractivista, se perciben como una amenaza para el futuro de estos territorios ancestrales. Se evidenció la preocupación de hombres, mujeres y niños, pero que se despidieron con mirada de esperanza. Tres Hermanos se aferra hoy con determinación y esperanza a la defensa de su hogar ancestral.
Si bien quedaban dos días más de trabajo, en las mesas de los distintos ejes temáticos, los asistentes también pudieron disfrutar de las noches culturales. En las ferias ubicadas a lo largo del muelle de San Buenaventura y Riberalta, se escuchaban ritmos de salsa, hip-hop y rock, sin embargo, es el sonido de zampoñas y bombos los que contagiaron y animaron a las inquietas rondas de bailes.
El sábado 14 amaneció lluvioso. En la clausura del FOSPA, se socializó el documento trabajado por cada uno de los participantes del evento. En el Coliseo de Rurrenabaque y después de un momento cultural se comunicaron las conclusiones. Líderes de diferentes sectores, desde el escenario compartieron reflexiones como esta: ‘Nos encontramos en un momento crítico para la humanidad y el planeta. Las guerras, el hambre y los desastres climáticos son fenómenos interconectados que perpetúan y amplifican la crisis climática del capitalismo”. Es el momento de votar por la aprobación del documento surgido de las discusiones en cada mesa de trabajo. ¡Aprobado! Resonó unánime la voz de los participantes. La resistencia de los pueblos indígenas se impregnó en el ambiente.
Los organizadores comunicaron que el evento XII FOSPA se llevará a cabo en 2026 en Ecuador.
