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Proteger y celebrar el viaje de las aves migratorias hacia la supervivencia

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Cada año, el segundo sábado de mayo y octubre se celebra el Día Mundial de las Aves Migratorias, justamente cuando coincide con las grandes migraciones de aves. Ciclos de migración en ambos hemisferios para concientizar no solo sobre especies, sino también sobre los peligros y hábitats cada día más amenazadas.

Este año el lema es “Protege los insectos, protege las aves”, según la Convención sobre la Conservación de Especies Migratorias de Animales Silvestres. De acuerdo a la revista Science cada década desaparece un 9% de la población mundial de insectos. ¿Las causas?, cambio climático, uso indiscriminado de pesticidas, deforestación, contaminación lumínica, etc..

La importancia de las aves migratorias radica en la polinización, el control de insectos y plagas, en la dispersión de semillas, entre otras. Cuando el hombre por diferentes actividades altera ciclos naturales o destruye ecosistemas, provocan su muerte y hasta su desaparición.

Existen estudios que registran un 90% de aves que mueren por comer plásticos, que son encontrados en sus intestinos, sobre todo las que dependen de los ecosistemas acuáticos, ríos, lagos, humedales, que son vitales para alimentarse, anidar, beber, y como lugares de descanso durante las migraciones. Millones de individuos mueren por año por actividades del ser humano como tendidos eléctricos, caza, etc.

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“Las aves hambrientas y exhaustas pueden llegar a su sitio de escala y encontrarse con que ha sido destruido por la mano del hombre en la agricultura o la urbanización”, dice Birdlife en un reciente estudio en el que estima que, en la última mitad de siglo, se perdieron 2.500 millones de individuos de aves migratorias en 419 especies distintas.

En el país según publicaciones de larga data hay 64 especies migratorias boreales y 104 especies migrantes australes (Hennessey, 2003). Las 64 especies migratorias boreales de Bolivia pertenecen a 19 familias (Hilty & Brown, 2001 y Fjeldsa & Krable 1990).

El biólogo boliviano Diego Espinoza señala que las migraciones boreales (de Norte a Sur) y australes (de Sur a Norte) tienen una mayor escala donde individuos pueden viajar hasta 11.000 kilómetros. “Se rigen por un tema de reproducción y de alimentación. En cambio, en las migraciones internas se rigen por movimientos altitudinales y estacionales. Estas especies se ubican por el clima, las temporadas de lluvias y las altitudes”, dice.

Desde Alaska o Canadá hasta la Patagonia argentina hay rutas migratorias y en ambas direcciones que pasan por Bolivia en muchos casos.

Hugo Santa Cruz, argumenta que también existen movimientos de micro migraciones, de acuerdo a la abundancia de alimentos, que se mueven del bosque lluvioso al bosque nublado de acuerdo a la época de fructificación de las plantas. “Las rutas más comunes pasan por Santa Cruz, el Chaco, la Chiquitania y algunos suben hasta la Amazonia de Brasil. La gran mayoría también pasa por las zonas bajas del Beni, sin embargo, hay unas especies que se quedan en Los Andes, entre La Paz, Potosí, Cochabamba. En el caso de las migrantes boreales tienen más horas luz en esta latitud por lo que tienen más posibilidades de conseguir alimentos. Por su parte los migrantes australes escapan del frío, buscan alimentos y más horas luz para conseguirlo, sobre todo las aves insectívoras”, agrega el guía de aviturismo.

Además de la riqueza natural propia del lugar, el movimiento de las migraciones de aves provoca el interés de los especialistas al que algunos consideran como uno de los fenómenos más maravillosos y apasionantes del mundo.

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“Estamos trabajando hace 15 años en el monitoreo de aves playeras migratorias. Son aves que anidan en el Ártico y cuando comienza el invierno en la zona norte migran hasta Argentina. Utilizan diferentes rutas y algunas pasan por las Pampas del Beni”, dice el ecólogo holandés Tjalle Boorsma, de la Asociación Armonía.

La diversidad de Bolivia permite tener una riqueza en aves como pocos países del mundo. “Hemos creado una reserva de la paraba barba azul para esta ave, y allí descubrimos que ciertas aves playeras migratorias están usando estos hábitats; empezamos a estudiarlas, monitorearlas, para ver las tendencias, qué factores están impactando a las cantidades”, señala Boorsma.

Dice que desde agosto hasta octubre están migrando las especies de América del Norte y que ahora comienza a haber una inmigración de aves del sur del continente (Argentina, Chile, Uruguay) hacia Bolivia. Estos dos momentos son propicios para observarlas. El conservacionista advierte que en Estados Unidos hay más información de aves y conocen profundamente los momentos y su conducta para hacer modelaciones de las rutas migratorias, “eso no tenemos acá, hay mucho por descubrir, incluso a nivel de Bolivia, hay harto por estudiar de las especies de Latinoamérica y las migraciones locales, época seca, época de lluvia, etc.”, dice.

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Si bien la biodiversidad es altamente interesante en Bolivia, el científico subraya que existen diferentes hábitats con 1.480 especies de aves en Bolivia. Sin embargo, Perú, Colombia, Ecuador, Brasil, Argentina, tienen más diversidad, pero que hay que tomar en cuenta la dimensión de los territorios y el mar como sitio de importancia para muchas variedades.

En septiembre de 2021, en una cobertura de varios días, visionaron además del Playero Acanelado (673), otras 11 especies de aves playeras migratorias: el Playero Pectoral (452 individuos), el Playero Batitú (210), y el Playero Solitario –Tringa solitaria–  (153 individuos).

Las aves migratorias generalmente no tienen mucha relación con otras aves del territorio nacional, algunas, las que se establecen más tiempo por alguna razón ajena logran convivir con las especies nativas y, a pesar de que hay cierto nivel de competencia, existe sin embargo una convivencia bastante usual y llevadera.

Los efectos que el cambio climático les provoca son varios: “El bosque nublado se está convirtiendo en bosque lluvioso por los que especies de este bosque invaden a las del bosque nublado tomando su espacio muchas veces. Esto no se ha estudiado en Bolivia, sin embargo, se ha visto efectos adversos en otros países como Costa Rica, por ejemplo, el Quetzal se está viendo afectado por incremento de individuos como tucanes, murciélagos, es decir especies del bosque lluvioso que se alimentan de los huevos de esta y otras especies de bosque nublado”, dice Hugo Santa Cruz y agrega que el cambio climático provoca en algunas especies la anticipación del retorno para las nidificaciones, por ejemplo. “Si las lluvias se les adelantan ocasiona la destrucción de los nidos, la mayor parte de las aves nidifican en épocas secas, por ello necesitan estabilidad climática para que las lluvias no destruyan sus nidos”, agrega.

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Espinoza observa con preocupación que, ante la disminución de cuerpos de agua, estas aves se ven obligadas a buscar otros sitios y cambiar de rutas de tiempos que incluso les puede ocasionar la muerte de muchos individuos tras no encontrar esa ruta “conocida”. “Por efectos climatológicos pueden variar su ruta, en busca de nuevos recursos, hasta 3.000 kilómetros. Hay cada vez más encuentros de especies migrantes fuera de su ruta y de su temporada, incluso hasta dos meses después, fuera de temporada”, dice.

Boorsma prevé que con el cambio climático habrá menos hábitat para su alimentación y para sus viajes. “Ellas saben anticipar los cambios en otros sitios y modifican las fluctuaciones”, dice.

El uso de nuevas tecnologías para su monitoreo también facilita el seguimiento. A través de GPS o micro GPS. Algunos se colocan en la pata del ave y otros en la espalda con un pequeño arnes que luego se pierde. Esto permite descubrir las rutas por dónde van. Boorsma señala la importa de estos pequeños instrumentos porque les ubica para hallar sitios prioritarios, por dónde pasan y se quedan “para conservar la especie y así hacer conservación en esa área”, dice el científico holandés.

De acuerdo a la Sociedad para la Conservación de Vida Silvestre la mayoría de las aves migratorias que pasan por Bolivia vienen de Panamá-Colombia y siguen los Andes. Patos playeros y rapaces tienden llegar por el piedemonte andino y pasar luego por los Llanos de Moxos con destino Argentina.

Los especialistas ven con urgencia comprender los usos y hábitats de estas aves para conservarlas y dejar de sufrir pérdidas que no hacen más a agonizar de a poco como especies ante la falta de esperanzas por un futuro incierto.

Particularidades de algunas especies

El halcón peregrino, un rapaz que puede viajar de Alaska a la Patagonia en tan solo 38 días.

Existe un tipo de Colibrí que emigra de EEUU hasta Panamá. Tiene seis centímetros de largo, vuela desde el Este de Canadá y EEUU cruza en forma recta el golfo desde Texas y vuela unos 500 kilómetros en una sola noche. Antes de su viaje se alimenta para obtener más grasa, logrando aumentar medio gramo y al final del vuelo pesa 2.5 gramos, es decir, desgasta medio gramo en su vuelo. Viaja de noche a 300 metros de altura para evitar vientos y otros depredadores.

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El Aguilucho cenizo sale desde el norte de Europa que bajaba por España, bordeaba el continente africano pasaba parte del tiempo en el sur de Africa, luego subía por Europa del Este, donde se aparea y luego retorna al norte donde pone sus huevos, recorriendo una distancia larga, circular y marcada por la época.

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El playero rojizo (Calidris canutus) de casi 20 años, el más longevo de su tipo. “Esto equivale a un ser humano que llega a los cien años de edad”, según Allan Baker, del Museo Real de Ontario en Canadá, quien monitorea el ave desde 1995. Un grupo de científicos argentinos, de Tierra del Fuego, le pusieron en la pata en 1995 u censor, cuando comenzaron a estudiarlo. Se cree que ha volado una distancia más grande que la existente entre la Tierra y la Luna en sus travesías anuales entre el Ártico canadiense y Tierra del Fuego, uno de los puntos más australes de Sudamérica. Y sus hazañas lo han convertido en una celebridad. Es el conocido B95. De Tierra del Fuego a Canadá, a vuelo de súper pájaro. Lleva recorridos 576.000 Km. Pesa apenas 200 gramos. Todos los años viaja desde Río Grande, Tierra del Fuego, hasta el Artico canadiense: recorre unos 32.000 kilómetros y se estima que tiene más de 19 años.

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Oporonis Agilis, un ave que sale de Canadá hacia Argentina pasa por Bolivia por el Chaco cruceño y los yungas paceños. Recorre 11.000 kilómetros en un año.

Aves no voladoras como ciertos pingüinos que recorren nadando entre 4.000 y 6.000 kilómetros desde la Antártida hasta las costas del centro de Chile o hasta Sudáfrica.

Charrán Ártico. Es una de las que más vuelan del mundo. Un estérnido pequeño, similar al charrán común, pero su pico, patas y cuello son un poco más cortos, y las alas son más angostas. Mide entre 33 y 39 cmts y pesa hasta 125 gramos. Pone 1 a 3 huevos en mayo, incubados por ambos padres durante 22 días. Los polluelos aprenden a volar entre los 24 y los 30 días. Migra de día y de noche. Vuela al sur de julio a agosto (algunas aves después), y regresa principalmente en mayo.

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El águila pescadora (Pandion haliaetus) pasa por Bolivia. Viaja de Canadá, Estados Unidos, pasa por México, Colombia, Bolivia y va hacia Argentina. Necesita por su alimentación fuentes de agua.

Vencejos: Viven volando, duermen en el aire. Su rango de reproducción durante el verano abarca desde Portugal e Irlanda en el oeste hasta China y Siberia en el este. Se reproducen tan al sur como el norte de África (en Marruecos y Argelia), con presencia en el Oriente Medio en Israel, Líbano y Siria, el Oriente Próximo a través de Turquía y toda Europa hasta el norte en Noruega, Finlandia y la mayoría de la Rusia subártica. Los vencejos migran al sur de Africa por una variedad de rutas, terminando en África Ecuatorial y Subecuatorial, excluyendo el Cabo de Buena Esperanza.

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