Por Huascar Azurduy
El 2012 se publica en Nature la secuenciación del genoma de los bonobos (Pan paniscus) que es especie hermana de los chimpancés (Pan troglodytes), pero además, el trabajo confirma que ambas especies comparten el 98.7 % de semejanza genética con el hombre (Homo sapiens) y que entre bonobos y chimpancés la semejanza es mayor (99,6 %). Pese al nivel de afinidad genética, bonobos y chimpancés son extremadamente diferentes en su comportamiento social. La sociedad de los bonobos es dirigida por una hembra alfa acompañada de unas 4 a 5 hembras, son amistosos hacia los extraños, pacíficos, juguetones, sensibles, empáticos y usan el sexo para resolver conflictos y mitigar el estrés social; no son territoriales y llegan a mostrar actitudes de compasión con quienes lo necesitan.
Los chimpancés, por el contrario, son dirigidos por un macho alfa, son agresivos, tumultuosos, violentos, muy territoriales, desatan guerras brutales entre clanes o grupos, pueden ser crueles, practican el infanticidio, confabulan, tejen alianzas, urden, intrigan, saquean, etc. Todo ello, para lograr la corona o el poder. La denominada “Guerra de 4 años” documentada por Jane Goodall, registra una secuencia de eventos violentos en un grupo de chimpancés de Gombe en los que se realizaron saqueos, golpizas y asesinatos entre clanes ubicados al norte y sur del parque respectivamente. En ese tiempo, un tercio de las muertes de chimpancés machos fueron perpetradas por los propios animales.
Indagaciones más recientes sugieren que una de las causas para dicha guerra fue la lucha entre tres machos de alto rango bautizados a efectos de estudio como: Humphrey, Charlie y Hugh, los tres, no solo con ambiciones de poder, sino con el afán de conseguirlo a costa de cualquier cosa.
¿Hasta aquí, alguna semejanza o familiaridad humana con todo esto? De seguro habrá quienes vean a los bonobos como un grupo de hippies, y a los chimpancés con un patrón comportamental no lejos de dramas medievales y disputas de poder actuales. Pese a la semejanza genética con la especie humana cercana al 100 %, en todo su periodo evolutivo, los chimpancés han permanecido en el bosque, mientras que el hombre ha “escapado” de él, y desde que aprendió lo que le puede redituar, lo ha llevado a otros niveles y escalas, al punto de afectar sin miramientos la situación y futuro de sociedades humanas enteras. En todo esto hay una diferencia entre el impacto que pueden llegar a causar el hombre o Humphrey, Charlie y Hugh cuyo universo en este ejemplo es Gombe, asumiendo incluso la invasión o colonización de otros territorios algo que sabemos hacen por la necesidad de acceder a más recursos.
La línea que separa el uso cuestionable del poder y la estupidez es extremadamente delgada, siendo llamativo que cuando la estupidez toma el poder se torna más bien jactanciosa en niveles de decisión que más bien requieren además de inteligencia, mucha capacidad de ponerse en el lugar del otro, algo que el cerebro procesa como: empatía, un rasgo que se encuentra en el lóbulo frontal del cerebro y que en teoría el hombre como especie tiene más desarrollado en comparación a chimpancés, por lo que en teoría no solo tenemos la capacidad de ser más inteligentes, sino también más empáticos.
Pero al final… ¿Cuánto tenemos aun de chimpancés? Genéticamente es evidente que mucho, y conductualmente por lo visto también. Ejemplos a nivel global hay muchos y que destacan notablemente, estos humanoides que encarnan a Humphrey, Charlie y Hugh, hoy en día por medio del poder, someten grupos humanos enteros, devastan sistemas naturales estratégicos para el futuro de su propia especie, gobiernan por la fuerza y el terror, juegan con el globo terráqueo a conquistar el mundo, son mesiánicos ávidos de poder, como gamers juegan con botones que pueden detonar bombas atómicas, generan muerte, amenazan, muestran dientes, en fin, despliegan toda una escena grotesca y primitiva, pero real…
Humphrey, Charlie y Hugh, manejando el destino de este planeta? Por lo visto, si, y esta afirmación no pretende ser peyorativo con los chimpancés como especie biológica. Entonces, si ellos de algún modo están a cargo, no es fuera de lugar afirmar que nos encontramos en el “planeta de los simios”, basta hacer un paneo crítico y a ojo de dron de los grandes eventos globales de hoy, para sacar conclusiones. Y por lo que vemos, es claro que el poder está en manos equivocadas quizás desde la génesis de los tiempos, es decir, hace unos 6 millones de años, cuando chimpancés y humanos se separaron evolutivamente para seguir cada uno por su camino, sin una conciencia clara de que su destino está irremediablemente en el mismo barco.
¿Y los bonobos? Hay que aprender más de ellos, al final, no debemos perder de vista que tenemos en nuestra biología mucho de bonobos también…