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Santa Cruz de la Sierra

EL DESTINO DE CHARQUINI

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Agosto 2021. Segundo año de pandemia. 

Me acuerdo que Charquini estaba en el top del “menú” de muchas agencias de turismo en aquel entonces. Vi un montón de publicidad y anuncios en las redes de Youtube, Facebook y algunos sitios web de turismo en Bolivia. Cuando vi las primeras imágenes de la laguna y el glaciar…quedé sin aliento. Laguna de color turquesa intenso, rodeada de un manto de nieve y masa glaciar espesa. Me parecía un lugar sacado de un cuento.

De inmediato decidí que sería uno de mis próximos destinos – no quedaba la menor duda.

Ya desde el inicio de la pandemia, yo y Patty, mi compañera sentimental, decidimos huir del pánico histérico que se vivía en la ciudad de La Paz, donde todo estaba restringido, normado y atado al uso del barbijo, básicamente en todas partes, salvo un pequeño reducto que quedaba: la morada de uno mismo – el único lugar donde se respiraba libertad. 

Huir del infierno, que reinaba en las ciudades, hacia lugares poco frecuentados sin restricciones, se convirtió en nuestra meta. Ya habíamos disfrutado esa libertad, tan preciada en esos tiempos de pandemia, en las cumbres de La Paz en varias ocasiones. Habíamos ido a La Cumbre, Pampalarama, las represas de Incachaca, Hampaturi y Ajuankhota, la laguna de Serkhe Khota con los 2 glaciares en sus partes altas, Tuni Condoriri, Huayna Potosí y otros. 

Llegaba entonces el turno de Charquini y emprendimos nuestra aventura solos, nosotros dos, sin agencia contratada, como siempre lo hacíamos. Solo nos acompañaban dos de nuestros perros. Siguiendo la ruta que había visto en Google Earth, llegamos en nuestra movilidad hasta la tranca particular de los comunarios de la localidad que antecede la laguna y el glaciar de Charquini. Sobre el camino colgaba una gruesa cadena metálica, asegurada en un costado con candado.

Después de varios intentos fracasados de encontrar alguna persona que nos pueda abrir el camino, no nos quedó otra alternativa que dar la vuelta e irnos. Fue frustrante, llegamos al camino principal y luego de una pequeña discusión sobre qué hacer, decidimos dejar el coche sobre la carretera y tratar de ir a pie hasta Charquini, sin estar muy seguros por donde ir, debido al no tener un acceso al internet y por ende tampoco a un mapa detallado, siguiendo nuestro instinto de orientación.

Admito que fue una caminata exigente, con partes de pura piedra gruesa que hacía tambalear nuestros tobillos constantemente. Y luego de un ascenso por una cresta… ¡PAM!…se nos apareció la imponente vista de la laguna, parcialmente cubierta de hielo, y el glaciar que la rodeaba por el flanco norte. ¡Una vista impresionante! Recuerdo que, mientras bordeábamos la laguna y caminábamos a lo largo del glaciar que terminaba literalmente sumergiéndose en la laguna, nuestros perros paseaban sobre el delgado hielo que cubría parte de la laguna.

En ciertos lugares el glaciar era tan alto que formaba una especie de techo que colgaba sobre nuestras cabezas. La sensación fue extraordinaria. 

Se veía por todas partes turistas que habían llegado en minibuses y vagonetas de las agencias de turismo. Y también se veía una gran cantidad de basura esparcida; bolsas de plástico, botellas pet, envases de leche achocolatada, un bote de helado sin consumir y muchos barbijos. Esa fue la parte triste de la visita. 

Una vez oculto el sol detrás de los cerros, el aire se tornó gélido y nos obligó a movernos, retomando el camino de pie de vuelta al coche. Llegamos a casa con un bagaje lleno de emociones, sensaciones e imágenes grabadas en nuestras retinas y tarjetas SD, y de un gran cansancio. 

Como la vida está llena de sorpresas, sucede que en abril de este año 2024, se nos presentó la oportunidad de llevar a unos amigos a Huayna Potosí y luego al tan popular Charquini. Esta vez llegamos sin obstáculos camineros hasta el parqueo de Charquini, que queda desplazado de la laguna a una distancia de 1,5 km y una diferencia vertical de 280 m. entre el parqueo y la laguna. 

¡Este nuevo encuentro con la laguna y el glaciar también fue de mucha sorpresa, pero nada grata! Pude observar una pared desnuda de roca oscura que emergía de la laguna, donde antes, hace apenas 3 años, posaba una espesa capa de hielo glacial. Sentía cómo mi corazón latía fuerte y mi pecho apretaba por una inmensa tristeza; se había perdido mucho más de la mitad de un glaciar, en menos de 3 años, lo que seguramente le había tomado cientos o miles de años en formarse. No quedaba duda que el calentamiento global se había acelerado vertiginosamente y que veremos desaparecer, con mucha lástima, impotencia y preocupación, glaciares como los de Huayna Potosí, Tuni Condoriri, Mururata y de otros apus achachilas.

Tal vez lo único positivo de esta segunda visita a Charquini fue el hecho de encontrar el lugar mucho más limpio, con poca basura, que seguramente irá disminuyendo más todavía a medida que su atractivo se irá desvaneciendo rápidamente y con eso se verán mermadas las visitas.

Un pronto adiós a uno de los espectáculos naturales que nos regala nuestro hogar la Tierra.

(Texto y fotos: Vassil Anastasov)

Retrato Vassil

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Comentarios

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