Uno de los cuatro centros de Amigarse en Santa Cruz de la Sierra está en el Parque Industrial. Un portón verde se abre para ingresar al mundo del reciclaje. Heiver Andrade Franco tiene una oficina repleta de objetos, varios escritorios con papeles, maderas alrededor, cartones y bártulos de toda índole. Nos cuenta que los tachos de basura no tienen hambre en esta capital, porque es la que más consume del país en proporción de habitantes. Los desperdicios bordean las 2 toneladas diarias y no precisamente porque somos limpios. La relación suele ser inversamente proporcional.
De los 19 años de la Fundación Amigarse su director aprendió muchas cosas, una de ellas es el dinamismo de las cosas, el aprendizaje imparable, las historias que atraviesan el diario devenir, la supervivencia de miles de familias a través de la recolección de residuos que tiene una nueva oportunidad. Desde que comenzaron a promover la responsabilidad empresarial, el contexto los fue llevando a negocios inclusivos, luego a negocios en la cadena de reciclaje donde se sumergieron al mundo de los recolectores, desde la labor diaria de 2.000 trabajadores que el sector reúne en la ciudad de los anillos.
Cuenta Andrade que cada recolector camina un promedio de 10 km por día y que el 65.5% son mujeres. Nos hace saber que casi el 50% de los y las recolectoras tiene más de 50 años de edad y que la mitad de ellas tiene entre 3 y 6 niños a su cargo.
“En los últimos 5 años nos cautivó vivir en la ciudad campeona de la basura”, dice Heiver sentado en el medio de su oficina trajinada.
Para dimensionar de qué hablamos es prudente saber que la capital oriental genera unas 1.942 toneladas diarias de residuos, de los que solo se recicla el 8.6%, mientras que a nivel nacional el promedio ronda el 5%.
Con el entusiasmo que se ilumina en sus ojos, detrás de un par de vidrios claros, reluce un deseo. La meta de reciclar un 20% en el año 2030. Otro de sus objetivos confiesa que lograr un proceso más inclusivo, donde el principal actor principal es el recolector. “No podemos dejar de lado la economía circular. La R más sexy es la del reciclaje, hay otras 8 que nos seducen y a las que nos abocamos también. No nos decidamos en la r del repensar, porque queremos que las empresas empiecen a reducir en la mayor cantidad de residuos, como un primer eslabón de la producción. El repensar significa el rediseñar, al darse cuenta que lo que hacían era malo, hoy se rediseña de otra manera y tal vez se pueda reducir hasta un 80% la generación de residuos, luego viene el refabricar, el reutilizar (reconsumir), el reparar, el reciclar son esas eres que estamos trabajando”.
Las huellas que dejamos con los malos hábitos y la falta de conciencia ambiental forman parte de sus preocupaciones. “La sociedad sigue hoy en la economía lineal”, dice. “Hemos nacido en la abundancia. El 2 de agosto de 2023 la huella ecológica nos alertó que se había acabado lo que debíamos consumir hasta el 31 de diciembre. Estamos consumiendo tanto y estamos creciendo tanto como población que no le damos tiempo al planeta de regenerarse y es por ello de la importancia de la economía circular, tenemos que darnos cuenta que no podemos seguir utilizando materia prima virgen, ni mandando esas cantidades de basura a los vertederos porque debemos recuperar y reutilizar la mayor cantidad posible”, dice refiriéndose a la huella ecológica. Señala que la segunda huella a la que considera fundamental es la hídrica. “No es solo el agua que consumimos para asearnos, bebemos, lavamos y regamos, es mucho más que eso: pongo el ejemplo de la carne que comiste el fin de semana, en ese momento estás consumiendo 15.400 litros de agua, ese es el tipo de conciencia debiera tener la gente. Cuando estás exportando carne y todos nos alegramos, imaginemos exportar eso en tiempos de escasez de agua”.
Para el director de Amigarse las nuevas variables de la economía debieran contemplar estos aspectos, no sin antes mencionar la tercera huella de carbono, concerniente a lo que se genera de las actividades del hombre que son medibles y poco conocidas. “Hay que ser conscientes de que si no separas los elementos que hemos usado otro lo deberá hacer y que cada material se degrada en diferentes tiempos”.
Aun no se aprovecha el vidrio. Esta sociedad genera 60 toneladas de vidrio. Y el vidrio no tiene mercado hoy aquí en Santa Cruz. A pesar de que es un material noble porque se lo pude reciclar ‘n’ veces.
Amigarse es, según su mentor, Amigos de la Responsabilidad Social Empresarial. Es uno de los primeros modelos de gestión que busca el cambio conceptual en las empresas, tratando que su objetivo no solo sea económico sino además haya una iniciativa social y ambiental en sus actividades, es decir que el triple impacto se vea reflejada en acciones. “Desde el año pasado comenzamos a hablar de impactos multidimensionales, queremos ver cómo estamos evolucionando en temas de pobreza, educación, salud, hambre, etc. hay que aprender a medir esas variables”, reflexiona.
En Santa Cruz viven y trabajan 36 asociaciones de recicladores. Se crearon 4 centros de acopio modelos con visión empresarial. El objetivo de este emprendimiento es que tenga gobernabilidad, sean autónomos, con la previa y debida capacitación, el equipamiento básico y necesario, un centro de acopio. Se crearon en cada punto cardinal.
Un trabajo que cambia vidas
Además del trabajo en equipo, consideran a la capacitación y el aprendizaje continuo como parte fundamental para el cumplimiento de su labor organizada, con cumplimiento de horarios en procura que estos centros de acopio se transformen en empresas de economías circulares. “Sabemos que estamos ayudando a cambiar vidas, muchos de ellos mandan a sus hijos al colegio y estudian en la universidad”.
El horario de trabajo es de 7:00 a 13:00, sin embargo, algunos grupos salen después de un descanso y desde las 16:00 completan hasta la medianoche su jornada laboral, dependiendo de los días y de la zona de la ciudad. Regresan con el material al centro donde se lo clasifica y acopia hasta completar cierta cantidad para ser depositada en camiones que lo recolectan. Hay demanda, aunque no siempre a precio justo, la fluctuación de algunos materiales hace que los ingresos también sean irregulares para los trabajadores.
A Heiver le preocupa la escasa información y conciencia ambiental que tiene la gente en esta urbe. “Vimos que había que reforzar un eslabón débil para solucionarlo, que había que ser certificadores de residuos, operadores autorizados de residuos reciclables y residuos especiales en cada ciudad”.
En el marco de la ley 755 las empresas están obligadas a mostrar preocupación por los residuos y dar cumplimiento a las normativas del medio ambiente. “Cuando nos llama una empresa intentamos que se beneficie el recolector. Y a la empresa en forma bimestral o trimestral se le emite un certificado”.
Amigarse ha creado en 2022 la aplicación Yo reciclo, dirigido a jóvenes o avezados en cierta tecnología, para que se registren, luego puedan sacar la foto de los residuos en la casa y coordinar para que el reciclador pase a buscar los residuos, sin embargo, manifiesta que no dio buenos resultados y eso estuvo reflejado en la escasa demanda. “La primera necesidad de la población es la educación ambiental y la sensibilización, además de un plan estratégico de comunicación permanente de la sociedad para que comencemos a educarnos. Estamos tratando de mejorar la narrativa y empatar reciclaje con cambio climático”.
Se trata de poner ciertos parámetros y equivalencias para lograr generar nuevas percepciones. Cuando un centro de acopio ha recuperado una tonelada de cartón, está ahorrando 50.000 litros de agua, casi 900 kilos de co2 y 160 litros de diésel. Números traducidos para tomar conciencia y lograr un cambio.
