Esta práctica contribuye a contrarrestar los efectos dañinos de la ganadería convencional y contribuye a mantener el ecosistema
Poco conocida, pero cada vez con mayores actores involucrados, la ganadería regenerativa se ha convertido en una práctica fundamental para la conservación del medio ambiente en Bolivia. A través de una visión novedosa y acciones concretas busca no solo mantener la productividad ganadera, sino también restaurar y mejorar los ecosistemas. Algunos proyectos ganaderos en el país ya lo están aplicando y están contribuyendo a la salud de los suelos, la biodiversidad y la mitigación del cambio climático.
¿Por qué es una actividad fundamental?
La ganadería tradicional tiene un impacto significativo en el medio ambiente a escala mundial, porque destruye deforesta y quema extensos territorios. Según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) es uno de los mayores emisores de CO2 (incluso por encima del sector de transporte). Para dar un ejemplo, la producción ganadera en América Latina y el Caribe emite 1.889 gigatoneladas de dióxido de carbono equivalente (Gt CO2eq), lo que significa mil millones de toneladas de dióxido de carbono. Además, la agricultura y la ganadería son responsables del 70 % de la transformación de los hábitats regionales.
Sin embargo, “La ganadería tiene una importancia clave para América Latina y el Caribe al representar una fuente de alimentos básicos que contribuye a la seguridad alimentaria y a la economía de su población”, explicó la Comisión de Desarrollo Ganadero para América Latina y el Caribe (CODEGALAC) de la FAO, que el año pasado se reunió en Quito, Ecuador.
Es por ello que es fundamental adoptar prácticas regenerativas que equilibren la producción ganadera con la conservación de los ecosistemas, aseguran los especialistas.
Con ese fin es que en diversas partes del mundo se desarrollan actividades orientadas a lograr una ganadería sostenible y una de ellas es la ganadería regenerativa.
¿En qué consiste la ganadería regenerativa?
Dentro de la ganadería hay diversos enfoques que además de la productividad buscan que se cuide el ecosistema y los suelos y a todos ellos se puede agrupar dentro de lo que es la ganadería. Algunas prácticas específicas que se utilizan en este tipo de ganadería incluyen el Pastoreo de Ultra Alta Densidad (PUAD), desarrollado por el experto sudafricano Johann Zietsman y que es un sistema de pastoreo que permite manejar grandes cargas de animales en una hectárea durante poco tiempo. “El objetivo es reducir el espacio y el tiempo de alimentación de los bovinos para hacerlos más voraces y que consuman todo lo que crece en el potrero El PUAD es una práctica de ganadería regenerativa que busca beneficiar al suelo y al productor. El principio del PUAD es tener la mayor cantidad de animales en un área lo más pequeña posible y por un periodo de tiempo lo más corto posible, seguido de un tiempo de descanso apropiado”, explica Darío Melgar Técnico en Agropecuaria e Ingeniero Forestal, que desde hace más de un año desarrolla un proyecto de ganadería regenerativa en dos granjas cerca de la población de Caranda en la provincia Ichilo de Santa Cruz. “Este método se contrapone a la ganadería extensiva tradicional en la que pocas vacas ocupan grandes extensiones de terreno, pero ahora lo que hacemos es que el ganado ocupe espacio reducido para alimentarse, pero por corto periodo de tiempo para que así este no cause un impacto sobre el suelo. En realidad, se trata de imitar lo que muchos animales han hecho durante siglos en la naturaleza. Es decir, imitamos el sistema de las manadas. En las grandes praderas de África los antílopes Ñu y en las de Norteamérica los búfalos se han alimentado de pastura, pero nunca hicieron daño al suelo ni a su entorno”, comenta Melgar.
La ganadería regenerativa recoge también elementos del sistema de manejo, que el bioquímico francés André Voisin impulsó desde la primera mitad del siglo XX.
El Pastoreo Racional Voisin (PVR), que promueve el manejo armonioso del ganado, las plantas, el agua y el suelo. El PRV se basa en cuatro leyes o principios.
El primero es la necesidad de descanso de las plantas después del pastoreo para permitir su regeneración y crecimiento.
La segunda norma establece que el periodo de pastoreo en un potrero debe ser breve, para que el ganado consuma forraje en su punto óptimo de calidad y cantidad. Se recomienda que la ocupación sea menor o máxima de tres días con carga animal elevada para que garantice mayor concentración de excrementos y orina al flujo de materia orgánica.
Mientras que la tercera indica que se debe comprender y aprovechar las preferencias alimenticias del ganado para optimizar la utilización del forraje y evitar el sobrepastoreo, como indica el sitio especializado Infocampo.
El cuarto ‘mandamiento’ establece que se debe proporcionar forraje de calidad consistente a las vacas para maximizar su rendimiento y evitar variaciones en la productividad.
A esos aspectos también este tipo de ganadería amigable con la naturaleza promueve el control de plagas y enfermedades de manera natural: Se evita el uso excesivo de productos químicos y se fomenta la salud del ganado mediante métodos naturales.
“La base del modelo es comprender que los sistemas naturales tienen una tendencia natural al equilibrio y a la constante renovación. Es decir, se actúa para potencializar los procesos biológicos que suceden de manera natural en los ecosistemas y que contribuyen a mejorar la fertilidad del suelo”, dice Melgar, que ha visto cómo en poco tiempo en el lugar donde trabaja con este sistema han surgido ciertas plantas que estaban originalmente en esa zona, entre ellos nuevos árboles de tajibo y mara, la reaparición de aves como garzas y sobre todo de escarabajos estercoleros que contribuyen a la preservación del suelo y que son aniquilados en los lugares donde hay un uso desmedido de plaguicidas en la producción de ganado.
En el país ya hay varias experiencias de ganadería regenerativa. Una de las más conocidas y que se desarrolla desde hace más de cinco años es la de la propiedad Senepol El Jaral de Concepción de Velasco, que fue reconocida por la Fundación para la Conservación del Bosque Seco Chiquitano (FCBC) por su aporte en la regeneración de suelos y en la variedad de escarabajos estercoleros, que hay allí. No menos importante es el trabajo que realiza la Fundación Patiño en el sureste de Santa Cruz de la Sierra.
“En Bolivia ya hay experiencias de este tipo y eso es bueno, porque va a promover que tengamos una ganadería más amigable. Es importante tomar en cuenta que es un aprendizaje diario, porque no se puede aplicar recetas exactamente igual que en otros países. O sea, en tema de la naturaleza no hay nada escrito, siempre la naturaleza es dinámica y tenemos que ir aprendiendo”, concluye Melgar.
La producción ganadera en Bolivia
● En 2020, el sector ganadero boliviano tenía más de 10 millones de cabezas de ganado, un 5,1% más que en 2019.
● En 2023, la exportación de carne boliviana fue de 19.965 toneladas, equivalente a 98,6 millones de dólares.
● El 42% del ganado en pie está en el departamento del Beni, mientras que el 54% de la producción de carne se concentra en el departamento de Santa Cruz.
● La zona ganadera por excelencia es la del departamento de Beni, que se encuentra en los Llanos Orientales.
● En 2020, en Beni se faenaron un total de 56.000 cabezas de bovinos en los mataderos habilitados por el SENASAG.
● En 2020, el Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria e Inocuidad Alimentaria estimó que en el departamento de Santa Cruz existen más de 24.000 productores de ganado, sin embargo, solo 42 de ellos tienen permiso de exportación de carne.