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Santa Cruz de la Sierra

Madre mía, perdónanos, muchos no saben lo que hacen

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Deja de maltratarme, los que se perjudican son ustedes y los demás miembros del gran equipo del que algunos capitanes se ven muy extraviados.

Soy más vieja que todas y todos ustedes. Sé de qué les hablo. Para que sepan, hace tiempo saqué carnet de mayoría de edad, tengo más de 4.500 millones de años. A todos los recibo, a todos los veo. Soy autónoma, puedo vivir sin las personas, aunque ellas sí o sí necesitan de mí.

Puedo decirte “soy tu madre” y con eso presentar credenciales de autoridad, pero no uso esos términos, los siento anticuados y autoritarios.

No impongo, observo, no quito derechos, los doy, pero no para que me lastimes, sino para que me conozcas mejor y me cuides.

No pido tampoco que me protejas, no soy ni tu víctima ni tu esclava. Soy tu amiga, tu mano, tu respiración, tu calor, tu bienestar. Soy el fruto de tu imaginación y tu equilibrio. Soy tus buenas posibilidades para crecer e inspirarte. Por eso prefiero decir que soy tu casa, el lugar donde habitas, donde duermes, ríes, sueñas y te reproduces. Porque en mí recorrerán mis rincones los nietos y nietas de tu prole.

Soy una esfera fuerte y media gordita; aunque un poco achatada en mis extremidades, tengo 510 millones de kilómetros cuadrados para recorrerme con muchas variedades de especies que son el plus de mi cuerpo.

En el día de mi cumpleaños quiero decir que con tus actos desequilibras algunas partes de mi cuerpo. Mientras te dejo libre abusas, muchas veces, de mis bondades, pero no me canso, continúo dando frutos, aunque me quemes, me azotes e insistas con tus planes depredadores ignorando el daño que haces. Estoy preparada para lo que no te imaginas. Sé de lo que hablo, porque más sé por vieja que por Tierra.

Todos los días le doy vueltas a la idea de que siempre guardo una esperanza para que mejores tu actitud, hasta que se me acaba la noche cuando el sol me despierta de nuevo. Una vez al año me doy una vuelta por cada casa para recordarte que tengo mis momentos, que no soy siempre la misma, aunque lo parezca. Tengo frío por unos meses y calor otros tanto, florezco y me destemplo y así voy girando en inclinados pensamientos, pero hace unos años vengo calentándome por tus acciones peligrosas, que son razones económicas y glotonas y que no llegan a ningún buen puerto.

No me gustan tus ruidos ni tu frenética búsqueda de confort ficticio y momentáneo. A pesar de todo sigo en silencio consiguiéndote alimentos. Tampoco me agradan tus despropósitos que te hacen cruel y arrogante, pero te arropo porque sé que algún día te darás cuenta que tu mejor versión deberá llegar por tu propio bien.

Algunos y algunas han sabido y saben defenderme, a ellos agradezco porque entienden que juntos viviremos mejor, en armonía. Ellas y ellos sienten que somos parte de una misma cosa. Quienes intuyen y perciben que el camino es juntos comenzarán a disfrutar de la buena elección. Antes de soplar la vela me queda advertirles que, de seguir así, no saldremos indemnes, ni quien les habla ni ustedes. Yo por mi parte, no ocultaré algunas heridas que con el tiempo se irán aliviando, pero ustedes a quien hoy saludo, no se saldrán con la suya.

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