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Santa Cruz de la Sierra

Los monos solidarios que compartieron la sombra de un árbol aumentaron su esperanza de vida

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Los macacos más tolerantes redujeron sus probabilidades de morir casi a la mitad tras aumentar su tolerancia social a los demás y compartir sus escasos recursos

En 2017, el huracán María asoló Puerto Rico, acabando con la vida de miles de personas. Entró por el suroeste, arrasando primero Cayo Santiago, una pequeña isla donde viven centenares de macacos rhesus (Macaca mulatta). Desde hace casi un siglo son estudiados por biólogos de todo el mundo. Tras el desastre, los científicos comprobaron que estos monos, una de las especies de primates más violenta, habían aumentado su tolerancia hacia los demás y reducido su agresividad. Ahora, en la segunda parte de este trabajo, publicada en Science, han mostrado cómo los animales que se volvieron más tolerantes compartiendo su principal recurso, la sombra, han reducido casi en un 50% su probabilidad de morir.

En Cayo Santiago, también conocida como la isla de los monos, la temperatura en las horas centrales del día supera los 40º durante casi todo el año. Las fotografías previas al paso del huracán la muestran prácticamente cubierta de árboles. Pero, después de María, de categoría 4 sobre 5, quedaron los troncos pelados de árboles muertos. Años después, la cobertura arbórea aún no se ha recuperado. Así que la sombra, con hasta 7º menos y abundante en el pasado, se había convertido en un recurso escaso. No había para todos. Los científicos se temían lo peor.

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La composición muestra una vista aérea de la isla de los monos. A la izquierda, con todos sus árboles, en una imagen de 2008. A la derecha, su estado en 2020, tres años después del paso del huracán.JOYCE COHEN/MICHELLE SKRABUT LAPIERRE

“Esperábamos que los monos se volvieran más agresivos por competir por la sombra, dado que se trata de una sociedad conocida por su agresividad”, cuenta la profesora de etología del Centro de Investigación en Comportamiento Animal de la Universidad de Exeter (Reino Unido) y autora sénior de la investigación, Lauren Brent. Se equivocaron: “En cambio, se volvieron más tolerantes con los demás y menos agresivos”. Con los datos de los cinco años anteriores al paso del huracán y los cinco posteriores de siete grupos formados por un total de 790 macacos adultos, observaron que la tolerancia social se triplicó (medida con la aceptación de la presencia de otro ejemplar a menos de dos metros de distancia) después de María.

Con la crisis climática en marcha, se está produciendo un aumento de los eventos extremos, entre ellos los huracanes, que están alterando profundamente los ecosistemas. Una transformación tan generalizada no se puede validar en un laboratorio. Experimentos naturales como este son una ocasión única para los investigadores. Por eso, buscaron qué consecuencias ha tenido el aumento de la sociabilidad y el descenso de la agresividad en la aptitud adaptativa de los macacos. En esta ocasión, la degradación ambiental habría alterado el valor adaptativo de una mayor tolerancia social. ¿Con qué resultado?

Lo que hicieron fue estudiar a 431 adultos y sus redes de proximidad tras María. Con una esperanza media de vida de unos 25 años (y sin depredadores), contabilizaron la muerte de 155 de ellos. Cuando revisaron los archivos para el periodo previo al desastre, entre 2013 y septiembre de 2017, vieron que de entre 617 adultos, murieron 111 en ese lapso. Las cifras absolutas no da la clave, muchos murieron en los días posteriores al huracán. La clave está en cuáles murieron.

La necesidad de compartir la sombra cuando fuera de ella hacía 40º reforzó los lazos sociales. Así, vieron que también en las primeras horas de la mañana, la tolerancia de los demás, algo menos que al mediodía, pero siempre muy por encima del periodo anterior a María. “Para acceder a la sombra, necesitan tolerar a (y ser tolerados por) los demás, y descubrimos que esta tolerancia se extiende a otras interacciones diarias”, comenta Testard.

Sobre la lógica que hay tras el cambio, su colega Brent recuerda que “competir por la sombra es algo diferente a competir por, por ejemplo, comida”. Y la diferencia está en el tipo de relaciones sociales necesarias. “Tolerar a los demás no cuesta mucho; a diferencia de apoyar a alguien en una pelea, es muy poco probable que salgas dañado o gastes mucha energía al tolerar a los demás, por lo que no necesitas invertir mucho en alguien para crear una relación en la que toleres a los demás”, detalla. También puede haber un cálculo estratégico: “Cuando hay pocos espacios con sombra para sentarse, es posible que tu mejor amigo no esté sentado a la sombra, lo que significa que tú tampoco puedes hacerlo. Pero uno de tus 10 conocidos podría estarlo, lo que implica que tú también podrás hacerlo”. Así que, “conseguir sombra es un juego de números en el que es mejor tolerar a los demás que encerrarse en pequeños grupos sociales competitivos”, completa la profesora de etología en la universidad británica.

En cuanto a la pervivencia de esta conducta, habrá que esperar a cuando se recuperen los árboles de Cayo Santiago. Pero Brent quiere destacar la adaptabilidad de estos monos. “Para los animales que viven en grupo, las relaciones sociales pueden permitirles hacer frente a las perturbaciones ambientales, incluido el cambio climático inducido por los humanos. La lección que podemos aprender de esto es que necesitamos que nuestras relaciones sociales nos ayuden a superar los principales desafíos de la vida, y ser tolerantes con los demás puede conducirnos al éxito biológico”. (Tomado de El País)

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